Hoy os voy a hablar sobre mi experiencia con los famosos lápices de colores de la marca Faber-Castell, concretamente de la gama polychromos. Llevo usándolos de continuo desde hace tres años, ampliando la gama de colores poco a poco, repitiendo en la compra de algunos y dejando a otros de lado.
Los podéis encontrar en estuches y maletines, pero si vuestro presupuesto es limitado y/o no tenéis seguro qué colores necesitáis, podéis hacer como hago yo: comprarlos sueltos. Su precio individual ronda el 1’65€, según la tienda y, como os he comentado anteriormente, es una buena forma de hacerse poco a poco con una buena colección o de reponer los que nos falten.
En mi caso nunca pueden faltar repuestos de los siguientes tonos:
- White 9201-101
- Black 9201-199
- Ivory 9201-103
- Cold grey II 9201-231
- Light green 9201-171
Y los que tampoco suelen faltar (sobre todo para realizar rostros):
- Cobalt turquoise 9201-153
- Light cobalt turquoise 9201-154
- Phthalo green 9201-161
- Scarlet red 9201-219
- Nougat 9201-178
- Caput mortuum violet 9201-263
- Caput mortuum 9201-169
- Light flesh 9201-132
- Cinnamon 9201-198
- Pompeian red 9201-191
- Burnt umber 9201-280
- Burnt ochre 9201-187
- Cadmium yellow 9201-167
En total la gama polychromos se compone de 120 colores vibrantes y preciosos, con una pigmentación y una dureza excelentes. Como podéis ver en la imagen de arriba, suelo tener más colores cálidos que fríos, precisamente por el uso que les doy. De los que menos tengo es de los azulados, y no porque no me guste esa tonalidad, precisamente uno de mis favoritos es el Cobalt turquoise.
Son duraderos, más de una vez se me ha caído uno al suelo (con lo torpe que soy me extraña que no me pase más a menudo) y la mina sigue intacta. Creo que todavía no me he topado con un lápiz de esta familia con la mina rota. Se acabó el sacar punta sin parar y comiendo el lápiz hasta reducirlo a nada sin siquiera haberlo utilizado. La verdad es que les doy un diez, son de gran calidad y los dibujos realizados con este material no han perdido ni una pizca de color ni tampoco se han amarilleado los tonos más claros. Otro punto a favor es que son colores resistentes al agua, pudiendo jugar con acuarelas.
Por ponerles una pega, solo una, son sus tres colores metálicos que, cual urraca, no pude dejar escapar en una de mis múltiples incursiones a la tienda de arte. Llegué felizmente a casa con varias ideas en mente y, ante mi asombro, resultaron ser decepcionantes, en especial el cobrizo.
El Gold 9201-250 y el Copper 9201-252 son más duros que el resto de colores y sus tonos, contrariamente a lo que me esperaba, son más oscuros y tristones. Creía que serían más vivos al tener ese toque metalizado, y más blandos. Además tienen ese reflejo con la luz que me gusta, pero vistos de frente pierden toda la magia, dejando de ser una buena opción para los detalles metalizados de las ilustraciones. El Silver 9201-251 se salva porque su resultado es bastante mejor que sus dos hermanos metálicos, y cumple bastante con lo esperado. ¿Los volveré a comprar? No, pienso que para ciertos detalles con estas tonalidades es mejor invertir en gouache (de la que os hablaré en otro post).
En conclusión, si lo que queréis es tener lápices de gran calidad, que os vayan a durar y que no sean demasiado caros (a mí no me lo parecen para lo que son) estos son vuestros lápices, versátiles, ultrapigmentados y resistentes al agua y a la luz.
¿Los conocíais ya? Si es así, dejadme vuestra opinión en los comentarios. ¡Nos leemos!