Hoy vuelvo a hablaros de acuarelas. Si en la última entrada de materiales os hablé de las maravillas del set de acuarelas de Winsor&Newton, esta vez viajamos a Japón (no literalmente, ya me gustaría a mí) para hacernos con las acuarelas Kuretake.
En esta caja de 24 colores tenemos una selección bien aprovechada. En un inicio estuve tentada de hacerme con la de 36, pero vi que era demasiado grande (y el espacio no es algo que me sobre) y que los colores casi se repetían pues eran tonos muy parecidos, y los dos metálicos no me llamaban la atención vista mi experiencia con otras acuarelas metálicas (y posterior decepción con ellas). Así que me lancé a por esta caja mágica en cuanto la vi en mitiendadearte.com, que tendrá su correspondiente reseña también.
La caja viene presentada en cartón, con un diseño claramente japonés como no podía ser de otra manera. Al abrirla descubrimos los colores protegidos por un plástico que recubre toda su superficie y que, aparentemente, no tiene otra finalidad. Aquí no nos vamos a encontrar, como lo hicimos en la de Winsor&Newton, un plástico más duro destinado a las mezclas, tendremos que tener una paleta a parte para ese fin, ya que este plástico, en mi opinión, es demasiado blando y puede romperse con facilidad.
Una vez retiramos el plástico tenemos por fin las pastillas, más grandes que los convencionales godets, y que podemos retirar de la caja para guardarlas donde queramos, u organizarlas de otra manera si nos apetece. Pero cuidado, no vienen adheridas a la caja y se nos pueden caer, provocando el consiguiente infarto.
Como solución, ya que no las iba a guardar en ninguna otra parte, decidí usar washi tape para pegarlas a la caja, manteniendo el orden en el que han venido. Podéis ver igualmente que debajo de cada pastilla viene un número con una serie de Kanjis y entre paréntesis su pronunciación en Hiragana (para los que sepáis o estéis aprendiendo japonés esto es muy divertido).
Como podréis comprobar en la siguiente imagen, de esta manera no se caen y si se nos acaba algún color podremos sustituirlo sin problema. Lo bueno del washi tape es que es lo suficientemente fuerte para pegar y suave a la hora de retirar, sin cargarnos el cartón ni forzar la base de plástico de la pastilla.
Una vez protegidos nuestros colores, pasamos a swatchear las pastillas para comprobar dos factores principales: la plasticidad y la pigmentación. La primera vez que lo hice me quedé ojiplática, no había visto nunca en unas acuarelas este nivel de pigmentación, tienen una maleabilidad increíble y una cremosidad envidiable. A continuación tenéis una fotografía de estos colores recién pintados.
En el reverso de la tapa de la caja nos encontramos con una tabla que podemos rellenar con los colores a modo de muestrario. Este detalle me pareció muy útil, y fue el primer uso que le di a estas acuarelas antes de pasar al papel que suelo utilizar.
Una vez seco, el trazo se mantiene tal cual, los colores no se mueven, no babean y no pierden intensidad. En cuanto al color en la pastilla, después de varios usos y de estar en un ambiente más bien seco, no se ha agrietado y mantiene la cremosidad del primer día.
En conclusión, estoy enamorada de estas acuarelas, sus colores vibrantes, lo bien que se trabaja con ellas y la capacidad de mezclarse entre sí hacen de esta paleta un imprescindible en mi cajón de materiales favoritos. Habéis podido ver en Sirena Koi el uso de estos colores, y podréis disfrutar de ellos en futuros proyectos que pronto saldrán a la luz.
Si queréis haceros con esta misma caja de 24 colores, aquí tenéis el enlace a mitiendadearte.com. Y si, en cambio, os parece mejor tener la de 36, ya la tenéis disponible en Amazon a muy buen precio.